En un país donde existen gran cantidad de armas, de diferentes estilos, tamaños y que producen cualquier cantidad de daño, es normal ver a un público temeroso y hasta sentir una preocupación sobre quienes las manipulan, pero más sorprendente aún es observar y darse cuenta de como algunos grupos "poderosos" se asustan al ver el poder del arma más letal y efectiva de la humanidad, un simple LÁPIZ.
Todo comienza con el y termina con él, te guía y te inspira, lo cuidas y le sacas punta, lo marcas y lo usas hasta que se acaba, te ayuda a crear y a pensar, le haces parte de ti y le llevas a todos lados, al final y sólo al final lo liberas y entiendes que lo que está en tus manos, en esa hoja, es un producto del instrumento más peligroso, no te miente, ni opina y en definitiva no te discute, pero es capaz de decir las cosas para que realmente las entiendas, te hace ver el mundo desde otro punto de vista y además permite que otros sepan como ves a ese mundo.
Escribir es un derecho, algo que todos hacemos, algo que nos permite decirle a otras personas lo fuerte que somos y que deseamos algo especial.
Por eso me pregunto ¿Por qué no temerle? ¿Por qué subestimarlo? ¿Por qué no dejarlo trabajar?
Es fácil ver el porqué del repudio hacia la expresión libre y precisa de los ideales de todos y del porqué muchos deciden colocar a varias personas en la jaula de sus lápices, pero, esto no es todo, mucho mejor que eso es ver la reacción que esto causa, lo que mueves, los comentarios y la fuerza que toman de boca en boca y esto mis señores es lo que hace que esta simple bara corta de madera con una pequeña y larga mina de grafito como corazón y un pequeño taco de goma en la otra punta, muy importante por cierto, lo convierte en el arma más letal a la que todos sin distinción tenemos acceso y si no... pregúntale a Esteban.